GUSTAVO CARLOS GUEVARA
SOBRE LAS REVOLUCIONES LATINOAMERICANAS DEL SIGLO XX
NEWEN MAPU

Páginas: 320
Tamaño: x
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789872349431

La obra coordinada por el Dr. Gustavo Guevara (UBA-UNR) se presenta ante el lector como un trabajo de gran relevancia para pensar históricamente algunos de los procesos y acontecimientos de mayor trascendencia de Nuestra América. Como el título lo indica el libro centra su objeto de estudio en las diferentes revoluciones acaecidas en la región en los últimos cien años y, en menor medida, también aborda las oleadas contrarrevolucionarias en el último tercio del pasado siglo en Sudamérica. El libro intenta trascender la mera descripción y análisis de casos particulares para re-colocar en la discusión política, teórica, ideológica y académica un concepto controvertido y ampliamente debatido como el de revolución. Esta enorme y trascendental problemática es abordada fundamentalmente en la parte introductoria a través de la historicidad del término y su aplicación al campo social, particularizando los aportes de distintas vertientes del pensamiento crítico, destacándose autores como Theda Skocpol y Alan Knight. Más allá del contenido de este apartado, un interrogante sobrevuela la totalidad de la producción: ¿Qué se debe entender por revolución y, puntualmente, en América Latina? Su contexto de producción se enmarca en la conmemoración del décimo aniversario del dictado continuo de la Cátedra de Problemas Latinoamericanos Contemporáneos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su carácter de elaboración colectiva le imprime una impronta distintiva; cabe destacar que si bien los distintos autores exhiben diferentes enfoques metodológicos y teóricos la integridad del libro da cuenta de la existencia de un "suelo común" del cual parte cada uno de ellos. La publicación contiene dos grandes partes: la primera de ellas remite a una descripción y análisis minucioso de los principales procesos revolucionarios acaecidos a lo largo del siglo XX; la segunda tiene como objetivo ahondar en algunos aspectos puntuales de los acontecimientos históricos consignados en el anterior apartado. En líneas generales, todos los artículos se abocan al tratamiento de un caso o país en particular, aunque también, en menor medida, se presentan otros que se interesan por analizar ejes o problemas comunes en la región. En el Capítulo I Gustavo Guevara se adentra en la Revolución Mexicana realizando un recorrido desde el porfiriato hasta el cardenismo de los años 30. El autor exalta cómo las contradicciones sociales, políticas y regionales del régimen de Porfirio Díaz se van profundizando durante la primera década del siglo XX, dando lugar a la emergencia de múltiples actores sociales subalternos que pugnan por modificar las condiciones existentes. Asimismo, recupera parte del debate historiográfico en torno a la Revolución Mexicana y exhibe con claridad la amplia diversidad de sujetos sociales participantes, alejándose de este modo de análisis lineales. En el Capítulo III también Guevara aborda la Revolución Cubana de 1959, colocándola en un análisis de larga duración al incluir las primeras luchas por la emancipación a finales del siglo XIX hasta principios de la década de 1960, cuando "la Revolución de los barbudos" define su carácter socialista. Luego de realizar una síntesis de las diversas medidas adoptadas por el gobierno revolucionario, el autor arroja la siguiente tesis: "cada medida que tomaba Estados Unidos para condicionar, limitar o imponer sobre Cuba fue respondida por una profundización de la revolución y consecuentemente con una ampliación de la base social que la respaldaba" (p. 88). Juan Luis Hernández, en el Capítulo II, se aboca al análisis de la Revolución Boliviana de abril de 1952, un acontecimiento para nada menor ya que como oportunamente destaca el autor "fue la primera-y hasta hoy la única insurrección obrera triunfante en nuestro subcontinente" (p. 49). Hernández examina las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales del país desde comienzos del siglo XX, recuperando el debate historiográfico en torno a las formas de gobierno y/o conducción que adoptó la triunfante Revolución: ¿co-gobierno entre MNR y COB o dualidad de poderes entre ambos? El ascenso y caída de la Unidad Popular (UP) chilena es abordada en el Capítulo IV, a cargo de María Marta Aversa, quien desarrolla aquí la denominada "vía chilena al socialismo", contemplando el programa de gobierno de la UP. Asimismo estudia la contraofensiva de las clases dominantes y en paralelo la emergencia y profundización del llamado Poder Popular, finalizando con la descripción del golpe en septiembre de 1973. Seguidamente, y para finalizar con la primera parte de la obra, Paula D. Fernández Hellmund realiza un racconto histórico desde la independencia nicaragüense hasta los años 90 del siglo XX, centrándose particularmente en el proceso revolucionario de fines de 1970. Primeramente, la autora coloca el acento en la emergencia de los nuevos actores sociales (los movimientos guerrilleros, la participación juvenil y estudiantil, las comunidades de base y la teología de la liberación) durante los años 50 y 60 que surgieron como fruto de "un proceso de modernización" impulsado por la dictadura somocista. De esta manera, es en la década del 70 y al calor de la profundización de las contradicciones sociales, que se consolida el FSLN hasta su victoria decisiva en 1979. Inaugurando la segunda parte del libro y como continuidad del Capítulo I, Hernán Bransboin sintetiza, a través de la trayectoria política de Lázaro Cárdenas, el fenómeno social y político del cardenismo como una instancia que continúa y ahonda el largo proceso abierto por la Revolución Mexicana en 1910. Describe y analiza diversos tópicos, entre ellos las políticas de gobierno, el problema de la tierra, la participación de los sectores obreros y campesinos y finalmente la institucionalización de la Revolución. Por su parte en el Capítulo VII, Ariel Salcito introduce una temática nodal en la historia latinoamericana, como lo es la problemática del indio, aunque particularmente para el siglo XX peruano. Aborda parte de la producción teórica de José Carlos Mariátegui y describe las transformaciones acaecidas entre los años 40 y 70 peruanos puntualizando la desestructuración del gamonalismo y el endurecimiento de las luchas campesinas. El autor analiza el problema del indio desde la literatura de aquella época, la cual se trasforma en un canal que permite expresar la realidad indígena andina. Por su parte, en el Capítulo VIII Hernández, como continuación del apartado sobre la Revolución Cubana, se sumerge en el trasfondo del "gran debate" político, económico e ideológico que se dio, entrada la década del 60, en la Cuba socialista. De esta manera, se realiza una breve síntesis de las discusiones en torno al carácter socialista de la isla, que según el autor, estaban ligadas a los mismos debates que se dieron dentro de la URSS en los años 20. Este capítulo logra sintetizar una problemática extremadamente compleja consiguiendo que aún un lector no especializado en la temática pueda comprenderla y reflexionar acerca de la misma. El último capítulo que hace referencia a un solo caso específico, fue escrito por Yolanda Raquel Colom; el mismo profundiza acerca de la conformación de unidades autónomas e independientes en Chile, encabezadas por sectores trabajadores, las cuales fueron conformándose como órganos del denominado Poder Popular y como parte de los Comandos Comunales. La autora describe este breve pero intenso proceso de movilización social a través de las formas de acción de los Cordones Industriales, del movimiento de los pobladores y de los Consejos Comunales Campesinos los cuales en ocasiones, según explica, funcionaron de forma articulada. Asimismo, se reseña la importancia de este fenómeno social en Chile debido a que planteó diversos debates al interior de la UP respecto de la profundización o consolidación del proceso. Los últimos dos capítulos del libro, a diferencia del resto, versan acerca de problemáticas comunes a la región. C. Romina Zirino realiza un abordaje teórico-metodológico sobre la problemática campesina en el subcontinente pero sin olvidar las particularidades locales. Así, por un lado, compara México, Bolivia y Cuba, y por otro lado, aborda el caso argentino. La autora pone en duda la categorización de campesino desarrollada por la literatura especializada en la segunda mitad del siglo XX, destacando la heterogeneidad de los actores subalternos del campo y sus cambios a lo largo de la historia. En la misma línea, el Capítulo XI elaborado por Melisa Slatman ofrece una visión regional de la denominada contrarrevolución en el Cono Sur tomando como objeto de estudio los distintos regímenes dictatoriales, desde la dictadura brasilera de 1964 hasta el fin del gobierno de facto de Pinochet en los años 90. A contrapelo de la mayor parte de las actuales investigaciones académicas que tienden a atomizar los enfoques, aquí la autora intenta componer una mirada integral de esta sensible problemática. Un aspecto a destacar en cada uno de los capítulos es la capacidad que los autores tienen para mostrar con claridad la complejidad y heterogeneidad social, política e ideológica de los actores sociales involucrados en los distintos procesos revolucionarios, subyaciendo en el libro una conflictiva concepción sobre los procesos históricos que estimulan al lector a pensar la historia como una discontinuidad de un desarrollo ininterrumpido y predeterminado por las fuerzas del progreso. Finalmente, Sobre las Revoluciones... es una obra de elaboración plural que, alejada de esquemas y posturas interpretativas lineales y totalizadoras-como aquellas que tienden a caracterizar a las revoluciones latinoamericanas en términos de "burguesas" o "socialistas" contribuye a reinstalar la discusión sobre las revoluciones del siglo XX en la agenda historiográfica, procurando así recuperar la centralidad de esta problemática en los debates académicos, apelando para ello a "una razón crítica" capaz de develar aquellos intereses y posicionamientos ideológicos ocultos que existen cuando se estudia profesionalmente el pasado humano. De este modo, por su rigurosidad académica pero también por su poder de síntesis y sencillez coloquial, el libro se convierte en un ejemplar de cabecera para quienes se quieran sumergir en el estudio de los ciclos revolucionarios latinoamericanos.

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La obra coordinada por el Dr. Gustavo Guevara (UBA-UNR) se presenta ante el lector como un trabajo de gran relevancia para pensar históricamente algunos de los procesos y acontecimientos de mayor trascendencia de Nuestra América. Como el título lo indica el libro centra su objeto de estudio en las diferentes revoluciones acaecidas en la región en los últimos cien años y, en menor medida, también aborda las oleadas contrarrevolucionarias en el último tercio del pasado siglo en Sudamérica. El libro intenta trascender la mera descripción y análisis de casos particulares para re-colocar en la discusión política, teórica, ideológica y académica un concepto controvertido y ampliamente debatido como el de revolución. Esta enorme y trascendental problemática es abordada fundamentalmente en la parte introductoria a través de la historicidad del término y su aplicación al campo social, particularizando los aportes de distintas vertientes del pensamiento crítico, destacándose autores como Theda Skocpol y Alan Knight. Más allá del contenido de este apartado, un interrogante sobrevuela la totalidad de la producción: ¿Qué se debe entender por revolución y, puntualmente, en América Latina? Su contexto de producción se enmarca en la conmemoración del décimo aniversario del dictado continuo de la Cátedra de Problemas Latinoamericanos Contemporáneos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su carácter de elaboración colectiva le imprime una impronta distintiva; cabe destacar que si bien los distintos autores exhiben diferentes enfoques metodológicos y teóricos la integridad del libro da cuenta de la existencia de un "suelo común" del cual parte cada uno de ellos. La publicación contiene dos grandes partes: la primera de ellas remite a una descripción y análisis minucioso de los principales procesos revolucionarios acaecidos a lo largo del siglo XX; la segunda tiene como objetivo ahondar en algunos aspectos puntuales de los acontecimientos históricos consignados en el anterior apartado. En líneas generales, todos los artículos se abocan al tratamiento de un caso o país en particular, aunque también, en menor medida, se presentan otros que se interesan por analizar ejes o problemas comunes en la región. En el Capítulo I Gustavo Guevara se adentra en la Revolución Mexicana realizando un recorrido desde el porfiriato hasta el cardenismo de los años 30. El autor exalta cómo las contradicciones sociales, políticas y regionales del régimen de Porfirio Díaz se van profundizando durante la primera década del siglo XX, dando lugar a la emergencia de múltiples actores sociales subalternos que pugnan por modificar las condiciones existentes. Asimismo, recupera parte del debate historiográfico en torno a la Revolución Mexicana y exhibe con claridad la amplia diversidad de sujetos sociales participantes, alejándose de este modo de análisis lineales. En el Capítulo III también Guevara aborda la Revolución Cubana de 1959, colocándola en un análisis de larga duración al incluir las primeras luchas por la emancipación a finales del siglo XIX hasta principios de la década de 1960, cuando "la Revolución de los barbudos" define su carácter socialista. Luego de realizar una síntesis de las diversas medidas adoptadas por el gobierno revolucionario, el autor arroja la siguiente tesis: "cada medida que tomaba Estados Unidos para condicionar, limitar o imponer sobre Cuba fue respondida por una profundización de la revolución y consecuentemente con una ampliación de la base social que la respaldaba" (p. 88). Juan Luis Hernández, en el Capítulo II, se aboca al análisis de la Revolución Boliviana de abril de 1952, un acontecimiento para nada menor ya que como oportunamente destaca el autor "fue la primera-y hasta hoy la única insurrección obrera triunfante en nuestro subcontinente" (p. 49). Hernández examina las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales del país desde comienzos del siglo XX, recuperando el debate historiográfico en torno a las formas de gobierno y/o conducción que adoptó la triunfante Revolución: ¿co-gobierno entre MNR y COB o dualidad de poderes entre ambos? El ascenso y caída de la Unidad Popular (UP) chilena es abordada en el Capítulo IV, a cargo de María Marta Aversa, quien desarrolla aquí la denominada "vía chilena al socialismo", contemplando el programa de gobierno de la UP. Asimismo estudia la contraofensiva de las clases dominantes y en paralelo la emergencia y profundización del llamado Poder Popular, finalizando con la descripción del golpe en septiembre de 1973. Seguidamente, y para finalizar con la primera parte de la obra, Paula D. Fernández Hellmund realiza un racconto histórico desde la independencia nicaragüense hasta los años 90 del siglo XX, centrándose particularmente en el proceso revolucionario de fines de 1970. Primeramente, la autora coloca el acento en la emergencia de los nuevos actores sociales (los movimientos guerrilleros, la participación juvenil y estudiantil, las comunidades de base y la teología de la liberación) durante los años 50 y 60 que surgieron como fruto de "un proceso de modernización" impulsado por la dictadura somocista. De esta manera, es en la década del 70 y al calor de la profundización de las contradicciones sociales, que se consolida el FSLN hasta su victoria decisiva en 1979. Inaugurando la segunda parte del libro y como continuidad del Capítulo I, Hernán Bransboin sintetiza, a través de la trayectoria política de Lázaro Cárdenas, el fenómeno social y político del cardenismo como una instancia que continúa y ahonda el largo proceso abierto por la Revolución Mexicana en 1910. Describe y analiza diversos tópicos, entre ellos las políticas de gobierno, el problema de la tierra, la participación de los sectores obreros y campesinos y finalmente la institucionalización de la Revolución. Por su parte en el Capítulo VII, Ariel Salcito introduce una temática nodal en la historia latinoamericana, como lo es la problemática del indio, aunque particularmente para el siglo XX peruano. Aborda parte de la producción teórica de José Carlos Mariátegui y describe las transformaciones acaecidas entre los años 40 y 70 peruanos puntualizando la desestructuración del gamonalismo y el endurecimiento de las luchas campesinas. El autor analiza el problema del indio desde la literatura de aquella época, la cual se trasforma en un canal que permite expresar la realidad indígena andina. Por su parte, en el Capítulo VIII Hernández, como continuación del apartado sobre la Revolución Cubana, se sumerge en el trasfondo del "gran debate" político, económico e ideológico que se dio, entrada la década del 60, en la Cuba socialista. De esta manera, se realiza una breve síntesis de las discusiones en torno al carácter socialista de la isla, que según el autor, estaban ligadas a los mismos debates que se dieron dentro de la URSS en los años 20. Este capítulo logra sintetizar una problemática extremadamente compleja consiguiendo que aún un lector no especializado en la temática pueda comprenderla y reflexionar acerca de la misma. El último capítulo que hace referencia a un solo caso específico, fue escrito por Yolanda Raquel Colom; el mismo profundiza acerca de la conformación de unidades autónomas e independientes en Chile, encabezadas por sectores trabajadores, las cuales fueron conformándose como órganos del denominado Poder Popular y como parte de los Comandos Comunales. La autora describe este breve pero intenso proceso de movilización social a través de las formas de acción de los Cordones Industriales, del movimiento de los pobladores y de los Consejos Comunales Campesinos los cuales en ocasiones, según explica, funcionaron de forma articulada. Asimismo, se reseña la importancia de este fenómeno social en Chile debido a que planteó diversos debates al interior de la UP respecto de la profundización o consolidación del proceso. Los últimos dos capítulos del libro, a diferencia del resto, versan acerca de problemáticas comunes a la región. C. Romina Zirino realiza un abordaje teórico-metodológico sobre la problemática campesina en el subcontinente pero sin olvidar las particularidades locales. Así, por un lado, compara México, Bolivia y Cuba, y por otro lado, aborda el caso argentino. La autora pone en duda la categorización de campesino desarrollada por la literatura especializada en la segunda mitad del siglo XX, destacando la heterogeneidad de los actores subalternos del campo y sus cambios a lo largo de la historia. En la misma línea, el Capítulo XI elaborado por Melisa Slatman ofrece una visión regional de la denominada contrarrevolución en el Cono Sur tomando como objeto de estudio los distintos regímenes dictatoriales, desde la dictadura brasilera de 1964 hasta el fin del gobierno de facto de Pinochet en los años 90. A contrapelo de la mayor parte de las actuales investigaciones académicas que tienden a atomizar los enfoques, aquí la autora intenta componer una mirada integral de esta sensible problemática. Un aspecto a destacar en cada uno de los capítulos es la capacidad que los autores tienen para mostrar con claridad la complejidad y heterogeneidad social, política e ideológica de los actores sociales involucrados en los distintos procesos revolucionarios, subyaciendo en el libro una conflictiva concepción sobre los procesos históricos que estimulan al lector a pensar la historia como una discontinuidad de un desarrollo ininterrumpido y predeterminado por las fuerzas del progreso. Finalmente, Sobre las Revoluciones... es una obra de elaboración plural que, alejada de esquemas y posturas interpretativas lineales y totalizadoras-como aquellas que tienden a caracterizar a las revoluciones latinoamericanas en términos de "burguesas" o "socialistas" contribuye a reinstalar la discusión sobre las revoluciones del siglo XX en la agenda historiográfica, procurando así recuperar la centralidad de esta problemática en los debates académicos, apelando para ello a "una razón crítica" capaz de develar aquellos intereses y posicionamientos ideológicos ocultos que existen cuando se estudia profesionalmente el pasado humano. De este modo, por su rigurosidad académica pero también por su poder de síntesis y sencillez coloquial, el libro se convierte en un ejemplar de cabecera para quienes se quieran sumergir en el estudio de los ciclos revolucionarios latinoamericanos.