JOAQUIN ARETA
ENJAMBRE
ADRIANA HIDALGO

Páginas: 216
Tamaño: x
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789874159939

Las historias cruzadas de `Enjambre´, primera novela de Joaquín Areta, transcurren en una Neuquén tórrida, seca. Carlos, un ingeniero jubilado, cuida a su madre cada vez menos vital; un niño de los suburbios, Bairon, espera solo, junto a la ruta, que pasen ciclistas; Iñigo, un joven ingeniero agrónomo signado por la relación con su padre, debe resolver una invasión de abejas agresivas. La materia de la que se componen estas historias son aparentes nimiedades: una hilera de hormigas que persiste en acompañar a la anciana madre de Carlos; un rectángulo de tierra negra en el fondo de su jardín; la secreta colección de piedras y puntas de flechas de Bairon; el monumento de su barrio que rememora el choque entre conquistadores y habitantes originarios; la presencia amenazante de la policía; los pequeños tesoros de quien ya no está, que conserva una vecina y nos traen ecos de la dictadura militar; las espinas de los alpatacos en el recuerdo de Iñigo; las letras descascaradas del cartel de su peluquería de la infancia; un vaso con jugo repleto de cubitos; el olor nauseabundo de una ambulancia Un enjambre de imágenes que orbita en torno a los vínculos: entre los personajes, entre pasado y presente, entre territorio y habitantes; y va conformando un universo en donde lo no dicho, o lo dicho a medias, vibra de manera cada vez más desasosegante hasta clavarnos su aguijón. Uno cree poder controlar las percepciones pero se ve que las cosas entran lo mismo, los paisajes, las personas adheridas a esos paisajes, uno mismo adherido a esas personas. El texto postula así una manera de mostrar y decir que generará, a su vez, una manera de percibir y leer. Como esos cantos rodados, pulidos y tenues, que Bairon colecciona y que tras ser mojados en el agua del río se tornan de colores vivos, fuertes, nuevos, la novela hace lo propio cuando se encuentra con el lector: se vuelve intensa y conmovedora, cobrando el brillo de aquello que no podemos dejar de contemplar.

ENJAMBRE

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Las historias cruzadas de `Enjambre´, primera novela de Joaquín Areta, transcurren en una Neuquén tórrida, seca. Carlos, un ingeniero jubilado, cuida a su madre cada vez menos vital; un niño de los suburbios, Bairon, espera solo, junto a la ruta, que pasen ciclistas; Iñigo, un joven ingeniero agrónomo signado por la relación con su padre, debe resolver una invasión de abejas agresivas. La materia de la que se componen estas historias son aparentes nimiedades: una hilera de hormigas que persiste en acompañar a la anciana madre de Carlos; un rectángulo de tierra negra en el fondo de su jardín; la secreta colección de piedras y puntas de flechas de Bairon; el monumento de su barrio que rememora el choque entre conquistadores y habitantes originarios; la presencia amenazante de la policía; los pequeños tesoros de quien ya no está, que conserva una vecina y nos traen ecos de la dictadura militar; las espinas de los alpatacos en el recuerdo de Iñigo; las letras descascaradas del cartel de su peluquería de la infancia; un vaso con jugo repleto de cubitos; el olor nauseabundo de una ambulancia Un enjambre de imágenes que orbita en torno a los vínculos: entre los personajes, entre pasado y presente, entre territorio y habitantes; y va conformando un universo en donde lo no dicho, o lo dicho a medias, vibra de manera cada vez más desasosegante hasta clavarnos su aguijón. Uno cree poder controlar las percepciones pero se ve que las cosas entran lo mismo, los paisajes, las personas adheridas a esos paisajes, uno mismo adherido a esas personas. El texto postula así una manera de mostrar y decir que generará, a su vez, una manera de percibir y leer. Como esos cantos rodados, pulidos y tenues, que Bairon colecciona y que tras ser mojados en el agua del río se tornan de colores vivos, fuertes, nuevos, la novela hace lo propio cuando se encuentra con el lector: se vuelve intensa y conmovedora, cobrando el brillo de aquello que no podemos dejar de contemplar.