MAQUIAVELO NICOLAS
EL PRINCIPE
PROMETEO

Páginas: 150
Tamaño: x
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9875748033

Quienes, semejantes a ellos (Moisés, Ciro, Teseo, Rómulo), por caminos virtuosos se convierten en príncipes, adquieren el principado con dificultades, mas lo conservan fácilmente; dificultades ésas que promanan, en parte, de la novedad de instituciones y procedimientos que se ven obligados a establecer para fundamentar su propio poder y su seguridad. Y debe sí considerarse que nada hay más difícil de tratar, ni más incierto de conseguir, ni más peligroso de afrontar, que aprestarse a establecer nuevas instituciones. Pero siendo mi intención escribir algo útil para quien lo lea, he considerado más apropiado ir directamente a la verdad objetiva de los hechos, que a su imaginaria representación. Y se ha de tener presente lo siguiente, que un príncipe, máxime si se trata de un príncipe nuevo, no puede observar todas aquellas cualidades por las que se reputa a los hombres de buenos, pues con frecuencia se requiere, para mantener el Estado, obrar contra la lealtad, contra la compasión, contra la humanidad, contra la religión. Por ello necesita tener un ánimo dispuesto a girar a tenor del viento y de las mutaciones de la fortuna, y, como dije antes, a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal, de necesitarlo.

EL PRINCIPE

$17.900,00
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Quienes, semejantes a ellos (Moisés, Ciro, Teseo, Rómulo), por caminos virtuosos se convierten en príncipes, adquieren el principado con dificultades, mas lo conservan fácilmente; dificultades ésas que promanan, en parte, de la novedad de instituciones y procedimientos que se ven obligados a establecer para fundamentar su propio poder y su seguridad. Y debe sí considerarse que nada hay más difícil de tratar, ni más incierto de conseguir, ni más peligroso de afrontar, que aprestarse a establecer nuevas instituciones. Pero siendo mi intención escribir algo útil para quien lo lea, he considerado más apropiado ir directamente a la verdad objetiva de los hechos, que a su imaginaria representación. Y se ha de tener presente lo siguiente, que un príncipe, máxime si se trata de un príncipe nuevo, no puede observar todas aquellas cualidades por las que se reputa a los hombres de buenos, pues con frecuencia se requiere, para mantener el Estado, obrar contra la lealtad, contra la compasión, contra la humanidad, contra la religión. Por ello necesita tener un ánimo dispuesto a girar a tenor del viento y de las mutaciones de la fortuna, y, como dije antes, a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal, de necesitarlo.