OSCAR NIEMEYER
DIARIO-BOCETO
MANANTIAL

Páginas: 232
Tamaño: 14.0 x 22.0 cm.
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789875001800

Decidido impulsor de la línea curva en el diseño arquitectónico y pionero en el uso del hormigón armado, Oscar Niemeyer fue el creador-constructor de una obra inmensa que recorre y define, inventándola, la arquitectura del siglo XX en Brasil y deja su impronta -la curva sensual, natural, incitante- en el mundo. Nacido en Río de Janeiro en 1907, ciudad donde murió en diciembre de 2012 pocos días antes de cumplir 105 años, Niemeyer fue un hombre genuinamente activo contra la injusticia que segaba las vidas de sus compatriotas menos afortunados. Sus escritos aquí parcialmente reunidos reflejan esa constante preocupación y dejan traslucir, a manera de preceptiva intermitente, su voluntad de crear una arquitectura que fuera como esas rachas de felicidad que Borges definió con tanta sutileza y precisión, una arquitectura bella y no meramente funcional, de concepción audaz y siempre renovada. Una arquitectura, en fin, cuya sola visión causara sorpresa y alegrara el día a los que pasaban. Arquitectura que consiguió plasmar ese inasible concepto de belleza solidaria en grandes íconos del siglo XX como la Plaza de los Tres Poderes y la Catedral de Brasilia, el Museo de Arte Moderno de Niterói, el Conjunto Arquitectónico de Pampulha, la sede del Partido Comunista Francés, la Universidad Mentouri Constantine en Argelia y el magnífico Palazzo Mondadori en Milán.

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Decidido impulsor de la línea curva en el diseño arquitectónico y pionero en el uso del hormigón armado, Oscar Niemeyer fue el creador-constructor de una obra inmensa que recorre y define, inventándola, la arquitectura del siglo XX en Brasil y deja su impronta -la curva sensual, natural, incitante- en el mundo. Nacido en Río de Janeiro en 1907, ciudad donde murió en diciembre de 2012 pocos días antes de cumplir 105 años, Niemeyer fue un hombre genuinamente activo contra la injusticia que segaba las vidas de sus compatriotas menos afortunados. Sus escritos aquí parcialmente reunidos reflejan esa constante preocupación y dejan traslucir, a manera de preceptiva intermitente, su voluntad de crear una arquitectura que fuera como esas rachas de felicidad que Borges definió con tanta sutileza y precisión, una arquitectura bella y no meramente funcional, de concepción audaz y siempre renovada. Una arquitectura, en fin, cuya sola visión causara sorpresa y alegrara el día a los que pasaban. Arquitectura que consiguió plasmar ese inasible concepto de belleza solidaria en grandes íconos del siglo XX como la Plaza de los Tres Poderes y la Catedral de Brasilia, el Museo de Arte Moderno de Niterói, el Conjunto Arquitectónico de Pampulha, la sede del Partido Comunista Francés, la Universidad Mentouri Constantine en Argelia y el magnífico Palazzo Mondadori en Milán.